miércoles, 13 de abril de 2011

Bárbara Rosalía Dorado Merino.
Madrid, 13 de abril del 2011

JUGANDO A SER DIOS
Investigadores de la Universidad de Yokohama desarrollan una técnica para crear espermatozoides en el laboratorio

Si al padre de mi abuelo le hubieran contado que para tener hijos ya no sería necesario que papá pusiera la semillita en mamá habría pensado que le estaban tomando el pelo.

Desde los años 70 parece que la reproducción por medios no estrictamente naturales ha sido la obsesión de parte de la comunidad científica mundial. El último avance parece responder más a las necesidades del guion de una película de ciencia ficción que de la realidad de la sociedad.

Al parecer, en un futuro próximo, cuando tenga un hijo se me va a brindar la posibilidad de que, nada más nacer, le corten un trocito de testículo que congelarán en nitrógeno líquido para que cuando sea mayor y desarrolle algún tipo de tumor u otra enfermedad que le deje estéril, los científicos puedan descongelarlo y ponerlo a producir espermatozoides. Vamos que mi hijo cuando tenga 80 años podrá fecundar a una veinteañera con un esperma que en realidad será el del niño de un año… No me negarán que es un material muy bueno para Hollywood.

Señores ¿es que han perdido la cabeza? Qué persona en su sano juicio va a permitir que a su hijo le corten los cojones por si se queda estéril cuando sea mayor. Acaso creen que alguna persona podría estar agradecida a su padre después de haber crecido con un trozo menos de sus sagradas pelotas. Imagino ese gran momento en todo joven, cuando muestra por primera vez su tesoro a su amor adolescente y ante la cara de sorpresa de ésta le dice “tranquila cariño que si alguna vez no funciona tengo un trocito congelado de reserva 

Entiendo la preocupación de la comunidad científica en el tema pero creo que hay miles de cosas más importantes que las de producir espermatozoides en un laboratorio y que en lugar de malgastar millones de euros en jugar a ser Dios deberíamos plantearnos que algo no debe de ir bien cuando personas tan inteligentes como los investigadores de la Universidad de Yokohama dedican todo su tiempo y recursos en desarrollar una técnica basada en la amputación de trozos de testículo a recién nacidos con la convicción de estar ayudando a la humanidad.